sábado, 15 de agosto de 2009

Penicilina judía (sopa de pollo)

Enrique de Navarra, coronado rey de Francia en 1589 ha pasado a la historia por su famosa frase "París bien vale una misa" pero ha sido responsable, directamente o por encargo de una famosa receta que todavía hoy se utiliza, el "poulet au pot" y es que Enrique IV pensaba que todo súbdito francés habría de tener cada domingo, en su puchero, al menos, un pollo. No puedo estar más de acuerdo con el buen rey navarro. Pero añadiría dos cosas, que hay que respetar y valorar lo que se come y comerlo bien.
Para lo primero es fundamental tratar con respeto el producto que llega a nuestra mesa y a nuestra boca. El mismo principio que dice que el cuerpo humano funciona bien consumiendo proteína, dice también que esa proteína debe tener una cierta calidad. La carne de vaca es buena para el consumo porque la vaca come hierba y pasta por el prado. Si la susodicha vaca come restos animales saturados de antibióticos y se pasa la vida enjaulada con el único propósito de engordar, la vaca deja de tener valor nutritivo, y además lo pasa mal el animalito. Muchos animales de cria intensiva no ven nunca la luz del sol.
No soy vegetariana, ni lo entiendo, ni lo comparto. El ser humano está diseñado para comer carne. Ahora bien, entiendo quien prefiera pasarse la vida comiendo lentejas con cúrcuma antes de ingerir la porquería que algunos nos quieren vender y encima ganar dinero con ello.
Un buen pollo necesita picotear en el suelo, y pasear por la granja y comer buen grano y hierbitas y gusanitos y así producirá buenos huevos y buena carne para criar niños fuertes, saludables y felices. Seguro que eso mismo pensaba Enrique IV, rey de Francia.
Sin embargo, esto es lo que comemos.



Espero que la próxima que quien lea esto vaya a comprar, pida orgánico, aunque sea más caro, bien lo vale.
En cuanto a lo segundo, nada mejor que una buena sopa de pollo. Un pollo orgánico de corral de unos 3 kilos cuesta 6 o 7 euros. Con él comen cuatro personas dos veces. Primero se asa o se fríe o se lo que se quiera y luego, con la carcasa, los restitos de carne que siempre quedan y cuatro verduras se fabrica la mejor sopa que en el mundo existe.
Penicilina judía se llama en medio mundo a este invento sublime capaz de levantar muertos y resacosos.

Sopa de pollo (al estilo de una madre judía)
Carcasa del pollo
1 cebolla grande
1 zanahoria grande
1 ramita de apio
Ajo (tanto o tan poco como se quiera)
1 hoja de laurel seca o varias frescas
1 ramita de tomillo
Sal y pimienta
Se trocean las verduras y se sofrien en aceite durante unos minutos, que se ablanden pero que no cojan color. Se añade la sal y la pimienta a las verduras para que suden mejor. Se añade la carcasa con los resto de alitas o salsa si hay y se cubre de agua, que no tape demasiado el agua; queremos hacer un caldo concentrado así que es mejor que el pollo no "nade" en el líquido. Se lleva a ebullición y se tapa, se baja el fuego para que hierva suave unos 20 minutos. Colamos el caldo y limpiamos la carcasa de las hebras de pollo que suelen quedar.
Para presentar la sopa podemos sofreír verduritas nuevas, o añadir arroz o fideos o unos higatos picados.

El pollo es proteína en estado puro, no tiene azúcar, así que no engorda, a disfrutarlo.

2 comentarios:

Yusuf al Mocadén ben Mizzian el Arrumi al Chivani dijo...

Muy kosher, aunque le falta un huevo duro para ser completamente judía la receta. Claro que, para cristianarlo le añadiré un poquito de nata, una cucharadita solo; lo justo para desjudeizar la receta.

Titina dijo...

En estas fotos se ve muy claro. El objeto no es lo bastante protagonista, le falta brillo, y sobre todo sobran bordes y fondos!!!

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