jueves, 10 de diciembre de 2009

Work in progress

La cosa no salió bien a la primera; pero tampoco me quejo porque después de un fin de semana dedicado al cuerpo (gimnasio) y al espíritu (cocina) me siento bastante tonificada corporalmente y bastante exitosa cocinerilmente.
El resultado se parecia más a una galleta de ratafia (aquí no son muy conocidas; más en la Pérfida Albión como parte del Triffle Escocés, que tampoco es muy famoso en aquesta parte del mundo al sur de Algete... pero dejaré mis filias británicas para compartirla con espíritus puros)
No podía haber salido mejor, y de ahí mi relativa satisfacción, teniendo en cuenta que no hice prácticamente nada de lo que debía haber hecho. Lo malo de los cocineritos aficionados de medio pelo como yo, es que de vez en cuando nos pensamos que estamos más allá de las recetas escritas, de los libros y de la disciplina. Grave, gravísimo error. No pesé los ingredientes, no releí la receta, no respeté los tiempos ni los descansos ni las temperaturas y así, claro, las cosas no salen bien. El lado bueno de los cocineritos de medio pelo es que desarrollamos un cierto sentido, una cierta intuición de por dónde van las cosas y llegado un punto solemos tener la suerte de "fabricar" cosas que, aunque no sean perfectas, son ciertamente comestibles. Eso pasó con las galletitas resultantes, una delicia.
Había que pesar las claras, pues no lo hice; había que envejecerlas un par de días, sólo estuvieron 1, aunque creo que este punto no fue el determinante. Endulzar primero el merengue y luego incorparar la mezcla de almendra y azúcar glace. Yo, todo junto, muy chula. La mezcla debe reposar un pelín, el horno hay que cuidarlo, muy fuerte nada más empezar e ir bajando poco a poco hasta dejarlo bastante frío. Es el mejor método de que al macarón le salga el pie. En fín... Este finde volveré a intentarlo.
Además, la presión de tener que documentar el proceso añade despiste y falta de concentración, tengo que reconocer. He tenido que batir, sujetar las cosas, hacer las fotos, colocar las cosas, todo a la vez; requiere más atención y preparación de lo que pueda parecer y tampoco tengo demasiada práctica en este tipo de multitarea. Me doy cuenta de que la preparación es fundamental, fundamental.
Las fotos, por supuesto no tienen ningún cuidado, son más documentales que otra cosa. Lo de hacer estilismos en el prep (me refiero a colocar e iluminar no el resultado sino la preparación) es ya de 2º Curso, de momento sigo buscando mi estilo simplemente emulando a los buenos.

Las cosas se han ido complicando, como me suele pasar en la cocina por los siguiente: para hacer mis macarons, necesito claras de huevo. Pero qué hago con las yemas. Lo primero que a cualquiera le viene a la mente es natillas o crema pastelera. Bien. La crema pastelera lleva leche. Entonces yo pienso Arroz con leche. Y luego pienso, merengue, claras, yemas, leche.... natillas, merengue, arroz con leche = souffle de arroz con leche. El soufflé más perfecto de la historia de los soufflés es el de Gordon Ramsey; bueno, lo cierto es que ha habído y hay cientos de miles de soufflés bastante perfectos. pero los de GR son espectaculares y a mí me obsesionan; de frambuesa. Es bastante improbable que los siga vendiendo en cualquiera de sus chorrocientos restaurantes alrededor del planeta porque era un postre muy de los primeros noventa y es probable que esté pasado de moda. A mí me parece un clásico intemporal. Pero me estoy dispersando. Y de ahí que inicialmente pienso sencillamente en hacer macarons y en el proceso me enfango y me encuentro con 19 proyectos a la vez que ni recuerdo de dónde han salido. Total que el fin de semana he hecho arroz con leche, versión dieta, sin azúcar pero con canela, con azúcar y gratinado para Pati, natillas, los macarons y el maldito soufflé de arroz con leche, que finalmente es lo que mejor salió. Tengo fotos de todo, pero las guardo para días de secano en los que no tenga fotos que poner y poder divagar sobre cualquier otra cosa.
Varias notas que no tienen relación con lo anterior ni importancia ninguna:
- Me he fijado que a veces digo cosas como "esta gente" que me parecen del todo deplorables y me causa estupor que alguien que presume de buen gusto como yo haga uso de expresión tan cacofónica; son los riesgos del directo.
- También me han llamado la atención sobre algunos typos como havrá en lugar de habrá; sólo tengo que decir que a veces me cuesta horas publicar un blog tontorrón de estos y que si esperara a estar completamente segura de la perfección sintáctica, formal, ortográfica y sináptica de los artículos, qué tontería, nunca llegarían a ver la luz.
- Estoy acabando (me faltan unas diez páginas) The Hippopotamus, la enésima novela que leo este curso de Stephen Fry. Al principio pensaba que este hombre era un genio, ahora empiezo a convencerme de que se trata de un ser angelical con una mente que no es de este mundo, sólo le salva su humanidad excepcional.
- Se me ocurren las mejores ideas (o eso me parece a mí) en el coche de camino a casa o de camino al metro o de camino a algún sitio. Pero luego, a la hora de ponerme delante del papel, solo me ocurre esto tan obtuso que pongo. Todos los días pienso que me voy a comprar una grabadora y así poder escribir mis ideas brillantes pero nunca lo hago, debe ser un miedo subconsciete a ver mis brillantes ideas escritas y darme cuenta de que no eran tan brillantes.

- Si no fuera porque soy de Bilbao, diría que mi obsesión con mi subconsciente es signo inequívoco de que soy argentina. Mi nombre podría perfectamente ser del mismo Buenos Aires Buenos Aires, verdad?

1 comentario:

Yusuf al Mocadén ben Mizzian el Arrumi al Chivani dijo...

A mí no me parece mal el estilo. Aunque siempre deprolabres, las faltas de hortografia solamente las cometen los que hescriven. Es algo que se cura, sobre todo, leyendo y que, en personas cultivadas se corresponden más con "dedazos" al teclear, singularmente en la confusión entre b y v (vecinas de teclado), que a herrores gramaticales grabes.

Para lo de la h... otro día la excusa.

Archivo del blog