viernes, 1 de enero de 2010

Tiger Woods o Tarta de Chocolate vs. Pollo con brocoli

Todavía recuerdo el día que Oprah, mi Oprah entrevistaba a Tiger y él contaba como su papaíto le había entrenado duro y le había convertido en un hombre disciplinado y con los pies en el suelo, consciente de sus orígenes, con valores y sentido común.

Y UN CARAJO!!

¿Alguien ha visto a la mujer de Tiger Woods? Es un pibón rubio de 29 años, despampanante y con una cara de ángel que no es fácil encontrar.
Yo no sé si es el dinero, la fama, la educación, las hormonas o qué coño lo que convierte a algunos hombres en malditos bastardos. Menos mal que a ella, con los millones que le va a tener que soltar el GOLFO de su marido, no le van a faltar pretendientes ni vacaciones en el caribe.
Yo tengo la sospecha de que el hombre que no engaña a su mujer es porque no tiene ocasión. En mis propias palabras, que siempre son más acres y ásperas que la media, yo digo que el que no engaña a su mujer es porque es feo, lerdo y pobre; generalmente las tres cosas a la vez, aunque a veces incluso siendo lerdo, feo y pobre pilla. Y si no es de gratis, pagando.
No sé muy bien cual es mayor tragedia, si estar casada con un feo, lerdo y pobre o tener de vez en cuando un extraño picor en la cabeza. O también se puede ver desde la siguiente perspectiva: ya que te van a poner los cuernos - porque si hay algo inevitable es que los maridos tengan rabo y por tanto que piensen con él de vez en cuando, por lo menos que te indemnicen como dios manda, como al pibón de 29 años y cara de angel.
O también puede ser que a uno le apetezca un poco de pollo con verdura si se pasa la vida comiendo tarta de chocolate. Porque hasta las comidas más exquisitas acaban cansando y le apetece a uno cambiar. En este blog hay que hablar de comida.
Es cierto que hay muchos hombres que evitan la ocasión y consiguen acabar la carrera sin tacha. O con tachas lo suficientemente discretas como para que nadie se entere; que también tiene su mérito.
Pero yo de esto no entiendo mucho, porque de pequeñita me contaron eso del príncipe azul y las perdices para siempre y el casorio y el pecado y por otro lado están la naturaleza humana y las hormonas y el instinto y las ganas y los calentones y yo soy una persona muy simple y me he quedado encasquillada hace ya treintaytantos años y la realidad no tiene nada que ver con el cuento y no me acostumbro ni me aclaro. Seguramente si yo fuera Tigress Woods sería aún peor, en el sentido divertido de peor, claro. O a lo mejor no.

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